Buster Keaton y la Geometría del Obstáculo

Ensayo

Buster Keaton en El navegante (1924)

Buster Keaton en El navegante (1924)

¿Y Buster Keaton? Ese debería ser nuestro ejemplo, mucho más que los Flaubert, los Dostoievski y los Faulkner…. [Julio Cortázar]

Buster Keaton se dirige al encuentro radical con el obstáculo, pues éste se halla en la propia naturaleza de su arte. A diferencia de Charles Chaplin, que se enfrenta con obstáculos fundados en circunstancias sociales o políticas externas, con Keaton aprendemos que en el centro desordenado del obstáculo es posible hallar una serenidad que lo organiza y que puede forzar al destino. No importan, como bien ha afirmado Érebe, que las limitaciones personales sean la improbidad, la incapacidad práctica, la timidez. No importan tampoco la torpeza, la aparente cobardía o la inferioridad física frente a un adversario: Keaton siempre encontrará ayuda —a la manera de un monje Shaolin— en la propia energía de la catástrofe en la que está inmerso. 

Poeta de la acrobacia, Buster Keaton desbordará largamente el límite capital del humor inteligente a través de la coexistencia de estructura lógica y deseo de evasión. Y a diferencia del mucho más afortunado Chaplin (que, como sostiene María Bolaños, tomará de las leyes mecánicas solamente los medios para la situación burlesca emotiva) el sabor de la obra de Keaton residirá en llegar a lo absoluto por la vía de la simplificación, a la manera de una máquina sensible en la que la intensidad de la emoción quedará despojada de todo exceso y en la que su temeridad será, ante todo, la aceptación del azar como destino. Buster Keaton será, en este sentido, el único cómico “divertido a la manera de un objeto humanizado”.[1]

“Es muy sencillo atravesar el espacio, alcanza con utilizar la cabeza como si fuese un timón”, sostenía Keaton. La afirmación es una toma de conciencia acerca de nuestra realidad física, pero sobre todo de su sustento geométrico, pues toda su obra constituye la impecable demostración de cómo el hombre es capaz de ganar el espacio.

Para Keaton la superación del obstáculo siempre debe ser un acto honesto: la acción filmada no admite para él la utilización de dobles de riesgo, por lo que cada escena impone un minucioso cálculo previo. Así sucede, por ejemplo, en El héroe del río: en lo que aparentemente es una impasse luego una serie de frenéticas acciones, se desploma el frente de una casa y el hueco de la ventana cae con exactitud alrededor del cuerpo de nuestro héroe que, indemne, puede continuar sus peripecias. Momento perfecto, testimonio de la incesante lucha de Keaton con Euclides, esa escena constituye asimismo una excelente muestra de lo imposible que es para Keaton habitar la estabilidad. La lógica implacable puesta en juego por Keaton en la construcción de la escena constituye un oxímoron, pues su mundo, para el observador, es claramente impredecible, portador de una geometría tan delirante que varios críticos han querido ver relacionada con el cubismo y con el constructivismo más extremos.

Buster Keaton parece estar inevitablemente abocado al fracaso. En el fondo, es incompetente. Puede, sí, amaestrar un ciclón devastador, salvar a su chica en una situación en extremo peligrosa o hasta ganar él solo una guerra civil. Sin embargo, esas acciones solamente tienen su razón de ser en tanto son exigencias del género. Los filmes de Keaton, afirma María Bolaños, “son una perfecta sucesión de desastres y pérdidas, a pesar de los cálculos y cuentas, de razonar con una lógica impecable, de tantear las distancias y de medir literalmente sus posibilidades de éxito” [2]. Además, “su ignorancia es una fuente de comicidad acentuada por la terquedad y el arrojo con que afronta situaciones insólitas, bien sean las heroicidades a las que se lanza o los obstáculos que se interponen en su espacio vital (inundaciones, tifones, derrumbes). Pero fracasa —es decir, se ahoga, se despeña, se descalabra, se estrella contra el suelo, choca y pierde pie— debido a sus extrañas relaciones con la geometría.”[3] Discreto, ingenuo, los acontecimientos (en Keaton siempre una serie infinita de obstáculos) lo obligan a ser astuto. Pero sin embargo, a diferencia de Odiseo —modelo clásico del héroe astuto—, no es posible pensar que Keaton sea protagonista de una acción cruel: su apariencia frágil, cándida, así como la belleza de sus rasgos constituyen la marca de un daimon radicalmente distinto.

NOTAS

[1] Érebe Judith. “Sobre el cine cómico y especialmente sobre Buster Keaton”, revista Crapouillot, agosto 1927. Publicado en Buster contra la infección sentimental. Barcelona: Anagrama, 1972.

[2] Bolaños, María. “Buster Keaton o el fracaso de la geometría”, en Visions, Nº 6, abril 2007, p. 15-31. Barcelona: Edicions ETSAB.

[3] Ibíd.

[Abstract de Buster Keaton y la geometría del obstáculo, preparado para How to think with obstacles, HTWO.org, 2018.]