Geometría de la imaginación

Conferencia

Eduardo Stupía

Eduardo Stupía

Los hechos exteriores no lo son todo (…) sin la imaginación la historia es imperfecta. [Gustave Flaubert]

El campo de interés de la Heurística es el de los procesos de descubrimiento e invención. Esta disciplina, una “ciencia de lo impreciso” —según la expresión de Abraham Moles que siempre me ha resultado particularmente seductora—, demanda trabajar a partir del descubrimiento y no de la pregunta: por esta vía podremos arribar a la pregunta porque la habremos descubierto antes. A la Heurística le interesa el problema de la imaginación, ya que esta constituye una instancia central de todo ciclo inventivo. Si la palabra imaginación comprende cualquier tipo de producción de imágenes en la mente (aquello que el poeta inglés Wordsworth denomina “mirada interior” [inward eye]), resulta evidente hasta qué punto el sentido de la vista ha sido un factor de primera magnitud en la evolución humana. Y si además —como afirma Simondon— la totalidad del proceso vital de las imágenes mentales se desarrolla en varias fases [imágenes pre-perceptivas / imágenes del encuentro con el objeto / imágenes-recuerdo / imágenes inventivas] se hace necesario estudiar tanto la continuidad existente entre imaginación e invención como la que hay entre naturaleza y técnica: una proyección amplificante de producciones que, articuladas, permite abordar la totalidad de los objetos pensados por el hombre.

Pero lo que pensamos acerca del mundo no es lo que este es sino lo que el animal-hombre ve del mundo. Capacidad humana evidentemente menos mecánica que la visión y definitivamente enraizada en el sentido de la vista, la imaginación resulta inseparable de la potencia del hombre para realizar planes que pueden llevarse a cabo mediante la visualización de diferentes alternativas (campo de operaciones de toda Heurística). Como consecuencia, el acto de elegir entre esas alternativas está centralmente relacionado con el libre albedrío: en la capacidad de imaginar queda radicada tanto la conciencia del hombre como el sentido de su existencia.

Con este marco inicial, deseo plantear una pregunta que intuyo relevante: ¿Existe una Geometría de la Imaginación?

Toda ciencia cabal exige la eliminación de las perturbaciones para llegar a ciertos acuerdos sobre leyes que se pretenden universales. Pero una Heurística, en cambio, necesita de la experiencia concreta para operar porque —in situ— sólo una muy pequeña parte de la información de un sistema puede expresarse con exactitud, sin embargo se revela como totalidad a través de la organización morfológica de objetos y procesos. Así, podemos encontrar muchas respuestas interesantes a esta pregunta en muchos pensadores-hacedores. Por caso, para Goethe resulta capital concebir una “imaginación sensorial exacta”, plena facultad humana sin la que el arte, por ejemplo, no sería posible. De modo análogo, para Henri Cartier-Bresson (un “fijador-de-imágenes”) la fotografía es, ante todo, el disparo, en el que “(...) la mirada debe aflorar en el instante-acontecimiento, sensible y geométrica a la vez”. 

Así, para abonar algunas ideas sobre la cuestión planteada, partiré de la consideración de algunas obras del artista Eduardo Stupía (Buenos Aires, 1951-), cuya obra (ver imagen) constituye un interesante borde para considerar la pregunta central. Afirma Stupía que

“En el detalle o en la lejanía de mi obra siempre se ven signos gráficos y no elementos representativos. Por supuesto, hay una ilusión de visibilidad.  Digamos que es como un test de Rorschach… algo así como atravesar el campo de la conciencia, donde uno dice algo bajo el control de una lógica determinada, pero en el que esa forma que no se sabe qué es te induce a decir algo que vos no dirías. Una vez más, sería encontrar la verdad en lo que no se puede enunciar de otra manera, excepto bajo un truco que te distrae, entonces decís algo que no dirías nunca. Y creo que la inducción a nombrar es parte la cuestión. Un pintor amigo dice irónicamente que “la gente escucha cuadros” porque la gente necesita que se le diga algo del cuadro. Porque el espectador —y uno también— tiende a nominar. Alguien me dice “veo una cara, veo un trono, veo un pájaro con las alas desplegadas, veo una batalla, veo una tormenta” (y eso es más complicado porque es ya ver una escena y no un elemento). Pero escucho y no discuto nada, no puedo discutir. ¿Cómo voy discutir una visión?  Casi diría que es una pequeña revelación, algo que se le revela a la persona…” 

[De Para una geometría de la imaginación, trabajo desarrollado para el 37º Congreso de la ASPLF, Rio de Janeiro 2018]